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lunes, 25 de julio de 2011

Capitulo 13: Es hora…



La gente del pueblo era muy amable, no había corrupción en sus colonias, todos los habitantes de aquel remoto lugar vivían en armonía sin temor a que algo les pasara, 
el amor que se sentía era inexplicable, simplemente era un lugar lleno de paz.

- ¿Acaso no es genial hermano?- Preguntaba Cruz con mucha felicidad mientras ayudaba a los pequeños aldeanos.

-¡Sí! Es increíble como no ha llegado la mala voluntad del hombre a esta aldea, simplemente no me lo puedo creer- contestaba mientras me quitaba la ropa para ponerme la que me había dado Matt.

-Esta ropa les otorgará paz interna, la llamamos las túnicas de la voluntad, ya que la paz es interna, no es algo que te puedan regalar, así como el amor o la 
perseverancia -.

- Las personas son muy amables, habías dicho que no les agradaban los humanos, ¿Por qué nos tratan tan bien?- Dijo Cruz mientras el guardaba sus cosas en su mochila de combate.

-Yo nunca dije eso, yo dije que me habían recogido en la entrada de la aldea, nunca dije que no le gustasen los humanos o que fuesen agresivos con ellos…-.

-Matt, acerca de la creatura que nos habías comentado… - titubé con la pregunta con miedo a que Matt se fuese a molestar.

- Mira ahora no es el momento adecuado para platicar acerca del asunto, no obstante cuando llegue el momento, mi gente y tu sangre te lo harán saber-.

-¿Mi sangre?- la palabra resonaba en mi mente como una pelota que rebotaba por una sala.

-Oye Matt… mira, disculpa por todo lo que hice mientras no era yo, se que fue desconsiderado y estúpido, te suplico me dispenses – Cruz agachó la cabeza en señal de disculpa por el comportamiento que había tenido con Matt.

-Yo sé que no fue tu intención, no todos las personas se resisten al poder de un merodeador cuando estas están poseídas, eres un hombre de buen corazón, no hay nada que porque pedir disculpas- Matt puso una mano en el hombro derecho de Cruz y le dio unas palmadas para confirmar con el acto que no había problema.

-Matt estamos listos- Las vestiduras eran gallardas, nunca me imagine poder contemplar alguna vestidura tan fina, y mucho menos poder portarla.

Matt nos condujo al centro de la aldea donde los pequeños elfos tenían ya una gran mesa colocada mientras los más jóvenes de ellos danzaban en una fogata con vigor y alegría.

-Pueblo  de Sormenth, los espíritus de nuestros ancestros han escuchado nuestras plegarias, esta noche nos regocijamos por la maravillosa ayuda de nuestros jóvenes guerreros, estos humanos han viajado de reino en reino buscando una cura para la turbación de estos, nosotros el pueblo de Sormenth estamos decididos a ayudarlos en toda condolencia, aflicción y adversidad que se les opongan, ya que sabemos que ellos harán lo mismo por nosotros- Rastir levantó una copa al cielo y mientras miraba a su pueblo preguntó - ¿Estáis dispuestos a dar sus vidas por el bienestar de su tierra? -.

La gente su levantaba de sus asientos mientras blandían sus armas y gritaban al cielo “Mirh”, que significa si en su idioma natal.

-Jóvenes, les hago la misma pregunta, ¿Estáis ustedes dispuestos a sacrificar todo a cambio de nuestra ayuda?-.

-Claro que si…- Cruz y yo nos arrodillamos en forma de agradecimiento por tanta amabilidad.

Dicho esto Rastir aplaudió y dio inicio al banquete, los elfos comían tranquilamente mientras alzaban las copas y cantaban alegres, una vez más demostraban la buena voluntad de caridad y fe que tenían en los humanos.

-Sven…mira – Cruz señaló con la mirada hacia un oscuro rincón del bosque con una seña de poca confianza.

-Deben ser más aldeanos, no te preocupes, no creo que nos tiendan una emboscada- Dije mientras comía y platicaba con Matt.

-Ok, voy a echar un vistazo, tu disfruta de la comida, Matt, señor Rastir- Cruz se levantó de la gran mesa que estaba en el centro de la aldea y caminó hasta la cabaña donde nos habían dado las vestiduras.

-Debe ser genial estar en el tercer reino eh Sven- Decía Matt mientras tomaba del buen vino que habían preparado los elfos para una ocasión especial.

-No sabría contestar a esa pregunta, ya que para mí es como si yo te preguntara lo mismo, uno se acostumbra al entorno que lo rodea y es difícil describir lo que uno siente al estar en su reino-.

-Creo que tienes razón, para mí sería difícil explicar cómo es la vida en el cuarto reino, sin embargo debe haber algo de tu reino que te debe volver loco, a mí lo que me vuelve loco es ver los paisajes imposibles, tan imposibles que al admirarlos siento que estoy soñando, que no es real, y al darme cuenta de que lo tengo enfrente de mí es una maravilla, es fantástico-.

-Asombroso, a mí en lo personal me encanta el amor que tienen las personas a sus seres amados, madres, padres y hermanos, aunque hay veces en las que pelean, nunca se dejan de amar, y es lo que me impulsa, es simplemente algo genial, y no me sorprende que los elfos tengan los mismos sentimientos hacia su pueblo-.

-No es algo que no podamos oculta, porque sin el….-

Cruz salió de los árboles disparando hacia el vacio mientras manoteaba y gritaba.
-¡Sven!, ayuda- Matt tomo una hoja de un árbol y la exprimió para así crear una pasta la cual frotó en sus ojos.

-Padre, “Loks”- Desenfundó su espada y se encamino a donde se encontraba Cruz.

-¡Espera hijo!- Rastir sacó de su túnica una botella de cristal con un líquido verde el cual le lanzó a Matt.

-¡Cruz no te muevas!- Matt le lanzó la botella en la cara Cruz la cual hizo que explotara un destello de color magenta haciendo visibles a las criaturas.

-Ahora las puedo ver desgraciadas- Cruz dio una voltereta hacia atrás desasiéndose de los Loks para así destruirlas con los puños.

-¡Matt! ¿Qué fue eso?, ¡AHW! ¿Qué me pasa?- un intenso y punzante dolor recorría por todo mi cuerpo cada vez haciéndose más agudo.

-¿Lo puedes sentir?, eso significa que es hora-.

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