Powered By Blogger

miércoles, 31 de agosto de 2011

Capitulo 22: Raíces




-Primero necesitamos cauterizar esas heridas, ya ha perdido mucha sangre, debemos detener la hemorragia- Matt parecía estar muy preocupado la mira da en sus ojos era temblorosa e insegura, parecía saber lo que estaba haciendo, sin embargo, sus ojos reflejaban un temor muy grande.

-¿Qué es lo que quieres que haga?-.

-Necesitamos detener el flujo de sangre antes de cauterizar, rompe tu playera y con ella crea un torniquete-. Me quité la playera y con mi katana hice unas tiras lo suficientemente resistentes para poder evitar el flujo de la sangre de Cruz, ¿Qué es lo que pensaría Cruz al verme sin playera? ¿Qué burla haría si me viese en ese estado?

- Te diría: “¿Qué hay de nuevo señor tripa?- Una voz débil y ronca sonó a mi espalda, Cruz se había despertado, tenía la cara pálida y una pequeña sonrisa parecía estar pintada en su rostro.

-¿Cómo te sientes hermano?- Mi pregunta era estúpida, casi tanto como cuando pierdes algo y te preguntan donde lo perdiste, yo sabía la respuesta a esa pregunta, el tratar de animar a mi compañero ameritaba el darle armas para hacer una burla hacia a mí, después de todo, era yo quien se sentía mal por el no cuidarlo lo suficiente como para que no perdiera los brazos.

-¿Cómo crees tú que me siento?-. Por mi mente pasaban miles de respuestas buenas, sin embargo dejé que Cruz hablara por sí mismo.

-No lo sé, repito mi pregunta… ¿Cómo te sientes?-.

-De la vil chingada, acabo de perder mis ambos brazos, ¿cómo se supone que me debería sentir?-.

-Cruz… Hermano, hay algo que… yo… yo no pretendía que…-.

-Deja de hablar como un idiota y dime que es lo que pasa-

-Yo no pretendía que esto te pasara, te pido una disculpa, lo siento hermano te he fallado y ahora es mi culpa que no tengas brazos-.

-Yo no te culpo de nada, yo sé a lo que me atiendo, y si para recuperar a tu chica tengo que perder mis piernas o inclusive mi vida, yo lo haré por ti, eres mi hermano, somos Belmont, dame esos…-. Cruz miró su hombro y se rió mientras completaba su frase. -Dame ese hombro-.

-Estás loco hermano, no te preocupes encontraré la forma de hacer que recuperes tus brazos, te lo prometo-. Tomé a Cruz por el cuello y lo miré a los ojos mientras le prometía que iba a recuperar sus brazos, no podía fallarle otra vez, ya había cometido errores, ahora era turno de que tomara las repercusiones de mis actos.

-Está listo, no hay mucho que podamos hacer por ahora, necesitamos un libro de hechizos muy antiguo y el único que tenia esta aldea era el de mi padre, solo puedo hacer que no te mueras desangrado, Cruz, ¿es eso suficiente para ti?-. Matt terminó de atarle las cintas a los brazos para que la hemorragia cesara y pudiéramos pensar en conseguir el libro que necesitábamos para recuperar los brazos de Cruz.

-¡Por supuesto que no!, ¿cómo voy a patear traseros demoniacos ahora?-.

-Lo siento, pero hasta que no tengamos ese libro no puedo hacer nada más por ti, a menos que sepas donde conseguirlo-.

-No sé donde lo podamos encontrar pero se quien nos puede ayudar a encontrarlo- Cruz parecía estar muy seguro de lo que decía, así que ambos lo escuchamos.

-¿Donde lo podemos encontrar según tu?-.

-¿Recuerdas a Emma White?, se supone que fue considerada la chaman más importante del mundo y antes de que conociéramos a Matt íbamos a buscarle para sacarle la mayor información posible, ella debe conocer alguna forma de regresarme a mi forma natural, y ahora que lo pienso, ¿Por qué no utilizas el mismo hechizo que utilizó tu padre para reconstruirme cuando estallé por un merodeador?-.

-Por eso, porque fuiste atacado por un merodeador, y ese hechizo es especial para eso, en este caso no se qué hacer-.Cruz tenía un muy buen argumento, yo apoyaba la idea de regresar a nuestra dimensión y buscar a Emma para que nos ayudara y en caso de que no, estaría preparado para una batalla más.

-Yo apoyo la idea de Cruz, puede que la chica tenga una idea de cómo ayudar a Cruz, Matt, ¿Puedes crear un portal que nos lleve de regreso a nuestra dimensión?-.

-Claro, pero por ahora necesito que me hagas un favor Sven, Podrías reconstruir la aldea de mi pueblo, así sabré que ellos estarán a salvo mientras nosotros estamos buscando a Emma White-.

-Claro Matt, me tomará un segundo-. Tomé mi Katana y la clavé justo en el centro del pueblo esperando a que una vez más mis ideas locas sirvieran de algo. -¡Restituo!-. Un rayo se disparó de mis manos a la hoja de mi Katana haciendo que este se convirtiera en barios rayos recreando poco a poco las pequeñas cabañas de los aldeanos de Denizalti, un hermoso pueblo, que había sufrido una gran pérdida.

-Gracias Sven-.

-No tienes nada que agradecer, al contrario y también te quiero pedir un favor, reúne a tu pueblo y sitúalos en el centro tengo algo que decirles-. Matt reunió a todo el pueblo y creó una pequeña conferencia en la plaza del pueblo, sin dejar fuera a ningún habitante, todos y cada uno de los elfos de Denizalti estaban ahí para escuchar lo que tenía que decir.

-¡Pueblo de Denizalti, una gran tristeza nos perturba, Rastir, quien con coraje y sabiduría había liderado a su pueblo ha muerto, lamento darles esta mala nueva, pero es mi deber como responsable de su muerte deciros que os ha pasado, no obstante les pido una disculpa, porque he fallado, prometí proteger estas tierras mientras estuviésemos aquí y lo único que hemos traído es muerte y destrucción, pero nuestro deber aquí no ha terminado, tenemos que seguir siendo fuertes y luchar contra toda adversidad que se nos aproxime, pueblo de Denizalti, proteged sus tierras y vivid de ellas que ellas los protegerán a ustedes, muchas gracias-. Los elfos se pusieron de pie aclamando el discurso que había dado, algunos gritaban “Que viva el rey Belmont”, mientras otros alzaban sus yelmos en señal de respeto.

-Es hora de irnos Sven-. Matt abrió un portal hacia nuestra dimensión, justo fuera de nuestro departamento, entramos en él y Cruz se turbó al ver a un indigente que esperaba fuera de nuestro local.

-¡Hey que es lo que buscas!, no estamos abiertos para negocios aun-. El indigente se acercó a mí, me miró a los ojos y me hizo una pregunta.

-¿Eres tú?-
-¿A qué te refieres?-. El indigente me miró detenidamente y me repitió la pregunta.

-¿Eres Sven Belmont?-.

-¡Si soy yo!, ¿Quién eres y que buscas?-.

-Soy Beck, soy tu hermano-.

Una vez más la vida tenía un giro para mi, gusto cuando pensaba que no podía pasar nada más. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario